07 de novembre 2008

800 años no son nada

No todos los días se tiene la oportunidad de conmemorar el 800 aniversario del nacimiento de un rey que a justo título puede considerarse el padre de la patria, que no es precisamente poco. El presente año se acerca a su fin y en Catalunya parece que la figura de Jaume I no interesa más que al reducido núcleo de los especialistas y al ámbito científico, que por definición es discreto y recatado. El que sin ningún género de dudas es el monarca más popular de la casa condal de Barcelona se ha quedado, pues, sin festejo. Ni el Ayuntamiento se ha querido acordar de un personaje que contribuyó con sus decisiones legisladoras al fortalecimiento del poder municipal, ni la Generalitat más catalanista de todas las Generalitats habidas hasta ahora y seguramente por haber por los siglos de los siglos ha sido capaz de organizar siquiera una exposición en el Museu d'Història de Catalunya (que, por cierto, estaba preparada, y que desde el Govern, zona ERC, se desestimó olímpicamente). Ni haber dado forma al Consell de Cent de la ciudad en 1265, ni haber puesto los cuatro palos en Mallorca y en Valencia, creando un nuevo estado después de la asfixia de Muret, deben ser méritos suficientes para nuestros ínclitos gobernantes.

En Valencia, en cambio, andan absolutamente desacomplejados, y mientras el rey da nombre a una institución de signo pancatalán, los organismos oficiales, todos en manos del partido conservador, cuya ideología sobre el tema no hace falta ni mencionar, no paran. Y además lo disfrutan. Y, lo que es mejor, ni censuran ni van con componendas. En septiembre se representó, basándose en el homenaje que rindió a Jaume I el rey Alfons el Magnànim, la cabalgata de entrada en la ciudad con 850 figurantes con trajes de época diseñados para el evento, y con participación de caballería pesada y ligera venida ex profeso de Inglaterra, que resultó espectacular y congregó en la calle, bajo una lluvia torrencial, a una sorprendida y emocionada multitud. En estos mismos días se puede contemplar una muestra titulada Jaime I, rey y caballero en el magnífico edificio del Almodí, dedicada esencialmente a las armas del siglo XIII, cristianas e islámicas, con piezas extraordinarias como la espada de san Martín, hoy en Francia en su Museo del Ejército, y que perteneció a los reyes de Aragón. En Valencia, el que no se ha enterado de que el rey cumplía años es porque además de sordo no veía tres en un jumento.

Aquí es al revés. El que se ha enterado es porque es aficionado a la historia y se ha preocupado de los coloquios y actos diversos a cargo de entidades privadas. Uno se pregunta cómo es eso posible. ¿No será porque hay un interés de fondo en hacer creer que la historia empieza con la Segunda República y la Guerra Civil, y el resto son divagaciones de erudito y zarandajas de romántico?

Anton M. Espadaler, La Vanguardia, 01-11-2008

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