16 de febrer 2007

Filosofías catalanas

Desplazándome por uno de esos antros de confusión y fastidio en que se han convertido los aeropuertos, en el caso el barcelonés, leo en un quiosco este titular en la portada de nuestro periódico: "Barcelona vive atenazada, tiene miedo al riesgo". Y en letras menores capto el nombre de Madrid. Por lo que imagino de inmediato, de acuerdo con el registro tópico referencial catalán, que los Acebes, Aguirre, Umbral, cabalgan de nuevo.

Pero leo mejor y ¡asombro!, ¡quien lo dice es Joan Clos a un toro disecado contertulio de Enric Juliana!

A veces he oído que Clos era médico, pero ¿cuánto tiempo hace, y tuvo que buscarse trabajo, pagar el piso, el coche y la canguro? Si fue así, acaso sufra ausencias emocionales y ya no recuerda que el mejor o peor nivel de bienestar - y dejo aparte la angustia- de muchos barceloneses o el negocio abierto que algunos tengan se deben al trabajo y sacrificio de cada vecino, por lo que desean conservarlo, en especial a partir de una cierta edad y cuando se les ha ido la vida en ello, y entonces rechazan la suciedad y la violencia callejeras, los okupas, los inquilinos que no pagan, los ruidos, las incontroladas bandas juveniles inmigrantes e indígenas...

Pero todo ello, ni la sufrida losa del mileurista, no ha sido al parecer experimentado por Joan Clos, que además ha agravado la situación con sus largos años de alcalde indeciso, impreciso y bullanguero, cuando no envuelto en la inane y carísima palabrería de su Fòrum, el mayor fracaso cultural masivo europeo de los amenes del siglo XX.

Clos se alimenta, viaja y es ovacionado desde hace una eternidad de y por el carburante del socialismo, ¿ya tuvo su puesto médico gracias a ello? Es una pregunta, no una afirmación, y no resulta extraña pues es notorio que ese partido - y otros, también muy sociales y políticamente correctos- es muy dadivoso con el dinero y los cargos públicos para su militancia y sus currutacos y sicarios, sin que influyan para nada los méritos de trabajo de cada cual. Entonces no es raro que Clos, ministro ahora de lo que fuere, ¿qué es?, ignore o le importe un pito la existencia entre aperreada y nacionalizada de tantos barceloneses, y aspire a pasárselo más entretenido contemplando cómo, por ejemplo, se les cae el balcón, cagan en la plaza de la Mercè o felicitan a los atracadores de su tienda, a fin de asumir los riesgos ésos que deleitan la filosofía de Clos.

Constatado pues lo precedente, se revela de una lógica incluso eufórica que los jóvenes catalanes aspiren sobre todo, como ha constatado una encuesta, a ingresar en la Administración, y a manifestarse, según expone la praxis, con las políticas progres.


Baltasar Porcel, La Vanguardia, 14-02-2007

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